La verdad es que jugar es un elemento más dentro del proceso de crecimiento y de educación de cualquier niño ya que también hay que tener presente que existen juegos que transmiten valores educativos a los más pequeños de la casa. Sin embargo, hoy me gustaría analizar cómo cambia también el concepto de juego durante las vacaciones de verano. Las altas temperaturas influyen más de lo que parece a simple vista en los hábitos de vida de cualquier persona.
La realidad es que mientras que cualquier niño pasa mucho tiempo en casa durante el invierno, con el calor sucede lo contrario. Por ejemplo, cualquier niño acude a la piscina con su familia para pasar un buen rato. De hecho, en la propia piscina el entretenimiento está asegurado gracias al agua, en ocasiones, a los hinchables y también a la bibliopiscina. Una iniciativa que se lleva a cabo en diferentes lugares de la geografía con el objetivo de acercar a los niños al arte de la lectura de una forma amena y divertida.
Por otra parte, durante las vacaciones de verano, los pueblos también se llenan de gente procedente de la ciudad y es que, en el mes de julio y agosto cualquier persona busca la calma y el descanso que produce el silencio. Y la paz. Los pueblos están cada vez más de moda en una sociedad con un elevado nivel de estrés y ansiedad. Por ello, aquellas personas que tienen familiares en los pueblos no dudan en buscar la calma y hacer una visita a los seres queridos.
Los niños juegan en las calles de los pueblos con más seguridad y tranquilidad que en una ciudad. Aún así, conviene tener presente que los niños son niños, es decir, necesitan de la supervisión de un adulto para su total seguridad y tranquilidad. Los juegos de verano al aire libre son típicos de estas fechas y de hecho no pasan de moda. ¿Quién no ha jugado en algún momento de su infancia a la gallina ciega, por ejemplo? ¿O quién no ha jugado al escondite con otros compañeros? La verdad es que la magia del verano es infinita.
Imagen: Web Cindiario